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martes, 7 de febrero de 2017

Sean fecundos, multiplíquense

Sean fecundos, multiplíquense


Libro de Génesis 1,20-31.2,1-4a.

Dios dijo: "Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes y que vuelen pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo".
Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies de animales con alas. Y Dios vio que esto era bueno.
Entonces los bendijo, diciendo: "Sean fecundos y multiplíquense; llenen las aguas de los mares y que las aves se multipliquen sobre la tierra".
Así hubo una tarde y una mañana: este fue el quinto día.
Dios dijo: "Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes: ganado, reptiles y animales salvajes de toda especie". Y así sucedió.
Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las diversas clases de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie. Y Dios vio que esto era bueno.
Dios dijo: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza; y que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado, las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo".
Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer.
Y los bendijo, diciéndoles: "Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todos los vivientes que se mueven sobre la tierra".
Y continuó diciendo: "Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y todos los árboles que dan frutos con semilla: ellos les servirán de alimento.
Y a todas la fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde". Y así sucedió.
Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día.
Así fueron terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay en ellos.
El séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y cesó de hacer la obra que había emprendido.
Dios bendijo el séptimo día y lo consagró, porque en él cesó de hacer la obra que había creado.
Este fue el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados. Cuando el Señor Dios hizo la tierra y el cielo,

Salmo 8,4-5.6-7.8-9.

Al ver el cielo, obra de tus manos,
la luna y las estrellas que has creado:
¿Qué es el hombre para que pienses en él,
el ser humano para que lo cuides?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y esplendor;
le diste dominio sobre la obra de tus manos.
Todo lo pusiste bajo sus pies.

Todos los rebaños y ganados,
y hasta los animales salvajes;
las aves del cielo, los peces del mar
y cuanto surca los senderos de las aguas.



Evangelio según San Marcos 7,1-13.

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús,
y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados;
y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: "¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?".
El les respondió: "¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos.
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres".
Y les decía: "Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios.
Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y además: El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte.
En cambio, ustedes afirman: 'Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán -es decir, ofrenda sagrada- todo aquello con lo que podría ayudarte...'
En ese caso, le permiten no hacer más nada por su padre o por su madre.
Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. 



Leer el comentario del Evangelio por : 

Santo Tomás de Aquino (1225-1274), dominico, teólogo, doctor de la Iglesia 
Oración diaria ante el crucifijo 

«Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí»

Que no desee nada que esté fuera de ti... Dame a menudo llevar mi corazón hacia ti y, cuando falto, medir mi falta con dolor, con un firme propósito de corregirme. Dame, Señor Dios, un corazón vigilante que ningún pensamiento de curiosidad me arrastre lejos de ti; un corazón noble que ningún afecto indigno lo rebaje; un corazón recto que ninguna intención equivoca desvíe; un corazón firme que ninguna adversidad rompa; un corazón libre que ninguna pasión violenta lo domine.

Concédeme, Señor, Dios mío, una inteligencia que te conozca, una atención que te busque, una sabiduría que te encuentre, una vida que te complazca, una perseverancia que te espere con confianza y una confianza que al fin te posea. Concédeme, a través de la penitencia, estar afligido por lo que tú has soportado, hacer servir, en el camino, los bienes que me has concedido por gracia, gozar de tus gozos sobre todo en la patria por la gloria. A ti que, siendo Dios, vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

Santo Tobías

Santo Tobias
FLORES
PARA
SANTO
TOBIAS 


lunes, 6 de febrero de 2017

Y así sucedió

 Libro de Génesis 1,1-19.  Al principio Dios creó el cielo y la tierra.  La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas.  Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió.  Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas;  y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.  Dios dijo: "Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas". Y así sucedió.  Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él;  y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.  Dios dijo: "Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió.  Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.  Entonces dijo: "Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro". Y así sucedió.  La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.  Dios dijo: "Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años,  y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y así sucedió.  Dios hizo los dos grandes astros - el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche - y también hizo las estrellas.  Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra,  para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.   Salmo 104(103),1-2a.5-6.10.12.24.35c.   Bendice al Señor, alma mía:  ¡Señor, Dios mío, qué grande eres!  Estás vestido de esplendor y majestad y te envuelves con un manto de luz.  Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:  ¡no se moverá jamás! El océano la cubría como un manto,  las aguas tapaban las montañas;  Haces brotar fuentes en los valles,  y corren sus aguas por las quebradas. Las aves del cielo habitan junto a ellas  y hacen oír su canto entre las ramas.  ¡Qué variadas son tus obras, Señor!  ¡Todo lo hiciste con sabiduría,  la tierra está llena de tus criaturas! ¡Bendice al Señor, alma mía!   Evangelio según San Marcos 6,53-56.  Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.  Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,  y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.  En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.      Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.     Leer el comentario del Evangelio por : San Agustín  «Los que tocaban el borde de su manto, se ponían sanos»

 Libro de Génesis 1,1-19.  Al principio Dios creó el cielo y la tierra.  La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas.  Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió.  Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas;  y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.  Dios dijo: "Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas". Y así sucedió.  Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él;  y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.  Dios dijo: "Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió.  Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.  Entonces dijo: "Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro". Y así sucedió.  La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.  Dios dijo: "Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años,  y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y así sucedió.  Dios hizo los dos grandes astros - el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche - y también hizo las estrellas.  Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra,  para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.   Salmo 104(103),1-2a.5-6.10.12.24.35c.   Bendice al Señor, alma mía:  ¡Señor, Dios mío, qué grande eres!  Estás vestido de esplendor y majestad y te envuelves con un manto de luz.  Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:  ¡no se moverá jamás! El océano la cubría como un manto,  las aguas tapaban las montañas;  Haces brotar fuentes en los valles,  y corren sus aguas por las quebradas. Las aves del cielo habitan junto a ellas  y hacen oír su canto entre las ramas.  ¡Qué variadas son tus obras, Señor!  ¡Todo lo hiciste con sabiduría,  la tierra está llena de tus criaturas! ¡Bendice al Señor, alma mía!   Evangelio según San Marcos 6,53-56.  Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.  Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,  y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.  En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.      Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.     Leer el comentario del Evangelio por : San Agustín  «Los que tocaban el borde de su manto, se ponían sanos»

 Libro de Génesis 1,1-19.  Al principio Dios creó el cielo y la tierra.  La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas.  Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió.  Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas;  y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.  Dios dijo: "Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas". Y así sucedió.  Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él;  y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.  Dios dijo: "Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió.  Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.  Entonces dijo: "Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro". Y así sucedió.  La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.  Dios dijo: "Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años,  y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y así sucedió.  Dios hizo los dos grandes astros - el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche - y también hizo las estrellas.  Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra,  para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.   Salmo 104(103),1-2a.5-6.10.12.24.35c.   Bendice al Señor, alma mía:  ¡Señor, Dios mío, qué grande eres!  Estás vestido de esplendor y majestad y te envuelves con un manto de luz.  Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:  ¡no se moverá jamás! El océano la cubría como un manto,  las aguas tapaban las montañas;  Haces brotar fuentes en los valles,  y corren sus aguas por las quebradas. Las aves del cielo habitan junto a ellas  y hacen oír su canto entre las ramas.  ¡Qué variadas son tus obras, Señor!  ¡Todo lo hiciste con sabiduría,  la tierra está llena de tus criaturas! ¡Bendice al Señor, alma mía!   Evangelio según San Marcos 6,53-56.  Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.  Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,  y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.  En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.      Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.     Leer el comentario del Evangelio por : San Agustín  «Los que tocaban el borde de su manto, se ponían sanos»

 Libro de Génesis 1,1-19.  Al principio Dios creó el cielo y la tierra.  La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas.  Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió.  Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas;  y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.  Dios dijo: "Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas". Y así sucedió.  Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él;  y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.  Dios dijo: "Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió.  Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.  Entonces dijo: "Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro". Y así sucedió.  La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.  Dios dijo: "Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años,  y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y así sucedió.  Dios hizo los dos grandes astros - el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche - y también hizo las estrellas.  Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra,  para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.   Salmo 104(103),1-2a.5-6.10.12.24.35c.   Bendice al Señor, alma mía:  ¡Señor, Dios mío, qué grande eres!  Estás vestido de esplendor y majestad y te envuelves con un manto de luz.  Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:  ¡no se moverá jamás! El océano la cubría como un manto,  las aguas tapaban las montañas;  Haces brotar fuentes en los valles,  y corren sus aguas por las quebradas. Las aves del cielo habitan junto a ellas  y hacen oír su canto entre las ramas.  ¡Qué variadas son tus obras, Señor!  ¡Todo lo hiciste con sabiduría,  la tierra está llena de tus criaturas! ¡Bendice al Señor, alma mía!   Evangelio según San Marcos 6,53-56.  Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.  Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,  y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.  En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.      Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.     Leer el comentario del Evangelio por : San Agustín  «Los que tocaban el borde de su manto, se ponían sanos»

 Libro de Génesis 1,1-19.  Al principio Dios creó el cielo y la tierra.  La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas.  Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió.  Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas;  y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.  Dios dijo: "Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas". Y así sucedió.  Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él;  y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.  Dios dijo: "Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió.  Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.  Entonces dijo: "Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro". Y así sucedió.  La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.  Dios dijo: "Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años,  y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y así sucedió.  Dios hizo los dos grandes astros - el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche - y también hizo las estrellas.  Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra,  para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.   Salmo 104(103),1-2a.5-6.10.12.24.35c.   Bendice al Señor, alma mía:  ¡Señor, Dios mío, qué grande eres!  Estás vestido de esplendor y majestad y te envuelves con un manto de luz.  Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:  ¡no se moverá jamás! El océano la cubría como un manto,  las aguas tapaban las montañas;  Haces brotar fuentes en los valles,  y corren sus aguas por las quebradas. Las aves del cielo habitan junto a ellas  y hacen oír su canto entre las ramas.  ¡Qué variadas son tus obras, Señor!  ¡Todo lo hiciste con sabiduría,  la tierra está llena de tus criaturas! ¡Bendice al Señor, alma mía!   Evangelio según San Marcos 6,53-56.  Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.  Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,  y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.  En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.      Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.     Leer el comentario del Evangelio por : San Agustín  «Los que tocaban el borde de su manto, se ponían sanos»

 Libro de Génesis 1,1-19.  Al principio Dios creó el cielo y la tierra.  La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas.  Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió.  Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas;  y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.  Dios dijo: "Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas". Y así sucedió.  Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él;  y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.  Dios dijo: "Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió.  Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.  Entonces dijo: "Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro". Y así sucedió.  La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.  Dios dijo: "Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años,  y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y así sucedió.  Dios hizo los dos grandes astros - el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche - y también hizo las estrellas.  Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra,  para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.   Salmo 104(103),1-2a.5-6.10.12.24.35c.   Bendice al Señor, alma mía:  ¡Señor, Dios mío, qué grande eres!  Estás vestido de esplendor y majestad y te envuelves con un manto de luz.  Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:  ¡no se moverá jamás! El océano la cubría como un manto,  las aguas tapaban las montañas;  Haces brotar fuentes en los valles,  y corren sus aguas por las quebradas. Las aves del cielo habitan junto a ellas  y hacen oír su canto entre las ramas.  ¡Qué variadas son tus obras, Señor!  ¡Todo lo hiciste con sabiduría,  la tierra está llena de tus criaturas! ¡Bendice al Señor, alma mía!   Evangelio según San Marcos 6,53-56.  Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.  Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,  y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.  En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.      Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.     Leer el comentario del Evangelio por : San Agustín  «Los que tocaban el borde de su manto, se ponían sanos»

 Libro de Génesis 1,1-19.  Al principio Dios creó el cielo y la tierra.  La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas.  Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió.  Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas;  y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.  Dios dijo: "Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas". Y así sucedió.  Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él;  y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.  Dios dijo: "Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió.  Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.  Entonces dijo: "Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro". Y así sucedió.  La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.  Dios dijo: "Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años,  y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y así sucedió.  Dios hizo los dos grandes astros - el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche - y también hizo las estrellas.  Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra,  para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.   Salmo 104(103),1-2a.5-6.10.12.24.35c.   Bendice al Señor, alma mía:  ¡Señor, Dios mío, qué grande eres!  Estás vestido de esplendor y majestad y te envuelves con un manto de luz.  Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:  ¡no se moverá jamás! El océano la cubría como un manto,  las aguas tapaban las montañas;  Haces brotar fuentes en los valles,  y corren sus aguas por las quebradas. Las aves del cielo habitan junto a ellas  y hacen oír su canto entre las ramas.  ¡Qué variadas son tus obras, Señor!  ¡Todo lo hiciste con sabiduría,  la tierra está llena de tus criaturas! ¡Bendice al Señor, alma mía!   Evangelio según San Marcos 6,53-56.  Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.  Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,  y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.  En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.      Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.     Leer el comentario del Evangelio por : San Agustín  «Los que tocaban el borde de su manto, se ponían sanos»


 Libro de Génesis 1,1-19.  Al principio Dios creó el cielo y la tierra.  La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas.  Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió.  Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas;  y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.  Dios dijo: "Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas". Y así sucedió.  Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él;  y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.  Dios dijo: "Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió.  Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.  Entonces dijo: "Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro". Y así sucedió.  La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.  Dios dijo: "Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años,  y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y así sucedió.  Dios hizo los dos grandes astros - el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche - y también hizo las estrellas.  Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra,  para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno.  Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.   Salmo 104(103),1-2a.5-6.10.12.24.35c.   Bendice al Señor, alma mía:  ¡Señor, Dios mío, qué grande eres!  Estás vestido de esplendor y majestad y te envuelves con un manto de luz.  Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:  ¡no se moverá jamás! El océano la cubría como un manto,  las aguas tapaban las montañas;  Haces brotar fuentes en los valles,  y corren sus aguas por las quebradas. Las aves del cielo habitan junto a ellas  y hacen oír su canto entre las ramas.  ¡Qué variadas son tus obras, Señor!  ¡Todo lo hiciste con sabiduría,  la tierra está llena de tus criaturas! ¡Bendice al Señor, alma mía!   Evangelio según San Marcos 6,53-56.  Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.  Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,  y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.  En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.      Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.     Leer el comentario del Evangelio por : San Agustín  «Los que tocaban el borde de su manto, se ponían sanos»
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Libro de Génesis 1,1-19. 
Al principio Dios creó el cielo y la tierra.
La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas.
Entonces Dios dijo: "Que exista la luz". Y la luz existió.
Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas;
y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día.
Dios dijo: "Que haya un firmamento en medio de las aguas, para que establezca una separación entre ellas". Y así sucedió.
Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él, de las que están encima de él;
y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el segundo día.
Dios dijo: "Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el cielo, y que aparezca el suelo firme". Y así sucedió.
Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las aguas. Y Dios vio que esto era bueno.
Entonces dijo: "Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla adentro". Y así sucedió.
La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro. Y Dios vio que esto era bueno.
Así hubo una tarde y una mañana: este fue el tercer día.
Dios dijo: "Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años,
y que estén como lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra". Y así sucedió.
Dios hizo los dos grandes astros - el astro mayor para presidir el día y el menor para presidir la noche - y también hizo las estrellas.
Y los puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra,
para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno.
Así hubo una tarde y una mañana: este fue el cuarto día.

Salmo 104(103),1-2a.5-6.10.12.24.35c. 

Bendice al Señor, alma mía:
¡Señor, Dios mío, qué grande eres!
Estás vestido de esplendor y majestad
y te envuelves con un manto de luz.

Afirmaste la tierra sobre sus cimientos:
¡no se moverá jamás!
El océano la cubría como un manto,
las aguas tapaban las montañas;

Haces brotar fuentes en los valles,
y corren sus aguas por las quebradas.
Las aves del cielo habitan junto a ellas
y hacen oír su canto entre las ramas.

¡Qué variadas son tus obras, Señor!
¡Todo lo hiciste con sabiduría,
la tierra está llena de tus criaturas!
¡Bendice al Señor, alma mía!


Evangelio según San Marcos 6,53-56. 
Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.
Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,
y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba.
En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban curados.

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Leer el comentario del Evangelio por : San Agustín 
«Los que tocaban el borde de su manto, se ponían sanos»



Madre de Dios y Madre Nuestra: 06 de febrero: Nuestra Señora de Louvain

FLORES
NUESTRA
SEÑORA
DE 
LOUVAIN

Madre de Dios y Madre Nuestra: 06 de febrero: Nuestra Señora de Louvain: Esta Virgen ha sido venerada en Bélgica desde el año 1444, año en que se conocieron milagros. En el año 896 de nuestra era, se fundó la ...



viernes, 3 de febrero de 2017

Su fama se había extendido por todas partes


Carta a los Hebreos 13,1-8. 
Perseveren en el amor fraternal.
No se olviden de practicar la hospitalidad, ya que gracias a ella, algunos, sin saberlo, hospedaron a los ángeles.
Acuérdense de los que están presos, como si ustedes lo estuvieran con ellos, y de los que son maltratados, como si ustedes estuvieran en su mismo cuerpo.
Respeten el matrimonio y no deshonren el lecho conyugal, porque Dios condenará a los lujuriosos y a los adúlteros.
No se dejen llevar de la avaricia, y conténtense con lo que tienen, porque el mismo Dios ha dicho: No te dejaré ni te abandonaré.
De manera que podemos decir con plena confianza: El Señor es mi protector: no temeré. ¿Qué podrán hacerme los hombres?
Acuérdense de quienes los dirigían, porque ellos les anunciaron la Palabra de Dios: consideren cómo terminó su vida e imiten su fe.
Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y lo será para siempre.

Salmo 27(26),1.3.5.8b-9abc. 
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?

Aunque acampe contra mí un ejército,
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza.

Sí, él me cobijará en su Tienda de campaña
en el momento del peligro;
me ocultará al amparo de su Carpa
y me afirmará sobre una roca.

“Busquen mi rostro”
no lo apartes de mí.
No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda.


Evangelio según San Marcos 6,14-29. 
El rey Herodes oyó hablar de Jesús, porque su fama se había extendido por todas partes. Algunos decían: "Juan el Bautista ha resucitado, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos:
Otros afirmaban: "Es Elías". Y otros: "Es un profeta como los antiguos".
Pero Herodes, al oír todo esto, decía: "Este hombre es Juan, a quien yo mandé decapitar y que ha resucitado".
Herodes, en efecto, había hecho arrestar y encarcelar a Juan a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, con la que se había casado.
Porque Juan decía a Herodes: "No te es lícito tener a la mujer de tu hermano".
Herodías odiaba a Juan e intentaba matarlo, pero no podía,
porque Herodes lo respetaba, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía quedaba perplejo, pero lo escuchaba con gusto.
Un día se presentó la ocasión favorable. Herodes festejaba su cumpleaños, ofreciendo un banquete a sus dignatarios, a sus oficiales y a los notables de Galilea.
La hija de Herodías salió a bailar, y agradó tanto a Herodes y a sus convidados, que el rey dijo a la joven: "Pídeme lo que quieras y te lo daré".
Y le aseguró bajo juramento: "Te daré cualquier cosa que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".
Ella fue a preguntar a su madre: "¿Qué debo pedirle?". "La cabeza de Juan el Bautista", respondió esta.
La joven volvió rápidamente adonde estaba el rey y le hizo este pedido: "Quiero que me traigas ahora mismo, sobre una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista".
El rey se entristeció mucho, pero a causa de su juramento, y por los convidados, no quiso contrariarla.
En seguida mandó a un guardia que trajera la cabeza de Juan.
El guardia fue a la cárcel y le cortó la cabeza. Después la trajo sobre una bandeja, la entregó a la joven y esta se la dio a su madre.
Cuando los discípulos de Juan lo supieron, fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Leer el comentario del Evangelio por : San Beda el Venerable 
Juan Bautista, mártir de la verdad

jueves, 2 de febrero de 2017

Fiesta de la Presentación del Señor - Nuestra Señora de la Candelaria

Fiesta de la Presentación del Señor


Nuestra Señora 
de la
Candelaria



Nuestra
Señora
la Candelaria
el Hatillo



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Fuente:


Santa Catalina de Ricci, virgen

FLORES
SANTA CATALINA
DE RICCI



Santa Catalina de Ricci, virgen


Oremos

Señor Dios todopoderoso, que nos has revelado que el amor de Dios y al prójimo es el compendio de toda tu ley, haz que, imitando la caridad de Santa Catalina de Ricci, seamos contados un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.

lunes, 30 de enero de 2017

¡Bendito sea el Señor!

Virgen de Carmen

Carta a los Hebreos 11,32-40.

¿Y qué más puedo decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, de Samuel y de los Profetas.
Ellos, gracias a la fe, conquistaron reinos, administraron justicia, alcanzaron el cumplimiento de las promesas, cerraron las fauces de los leones,
extinguieron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada. Su debilidad se convirtió en vigor: fueron fuertes en la lucha y rechazaron los ataques de los extranjeros.
Hubo mujeres que recobraron con vida a sus muertos. Unos se dejaron torturar, renunciando a ser liberados, para obtener una mejor resurrección.
Otros sufrieron injurias y golpes, cadenas y cárceles.
Fueron apedreados, destrozados, muertos por la espada. Anduvieron errantes, cubiertos con pieles de ovejas y de cabras, desprovistos de todo, oprimidos y maltratados.
Ya que el mundo no era digno de ellos, tuvieron que vagar por desiertos y montañas, refugiándose en cuevas y cavernas.
Pero, aunque su fe los hizo merecedores de un testimonio tan valioso, ninguno de ellos entró en posesión de la promesa.
Porque Dios nos tenía reservado algo mejor, y no quiso que ellos llegaran a la perfección sin nosotros.

Salmo 31(30),20.21.22.23.24.

¡Qué grande es tu bondad, Señor!
Tú la reservas para tus fieles;
y la brindas a los que se refugian en ti,
en la presencia de todos.
Tú los ocultas al amparo de tu rostro
de las intrigas de los hombres;

y los escondes en tu Tienda de campaña,
lejos de las lenguas pendencieras.
¡Bendito sea el Señor!
Él me mostró las maravillas de su amor
en el momento del peligro.
En mi turbación llegué a decir:

“He sido arrojado de tu presencia”.
Pero tú escuchaste la voz de mi súplica,
cuando yo te invocaba.
Amen al Señor, todos sus fieles,
porque él protege a los que son leales
y castiga con severidad a los soberbios.



Evangelio según San Marcos 5,1-20.

Llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos.
Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro.
El habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas.
Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo.
Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras.
Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él,
gritando con fuerza: "¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!".
Porque Jesús le había dicho: "¡Sal de este hombre, espíritu impuro!".
Después le preguntó: "¿Cuál es tu nombre?". El respondió: "Mi nombre es Legión, porque somos muchos".
Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región.
Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña.
Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: "Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos".
El se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara -unos dos mil animales- se precipitó al mar y se ahogó.
Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido.
Cuando llegaron adonde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor.
Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos.
Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio.
En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con él.
Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: "Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti".
El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios. 



Leer el comentario del Evangelio por : 

Santa Teresa de Calcuta (1910-1997), fundadora de las Hermanas Misioneras de la Caridad 
Nadie tiene amor más grande 

«El endemoniado le pidió que lo admitiese en su compañía... Pero le dijo: 'Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que el Señor ha hecho contigo'»

Estamos llamados a amar al mundo. Y tanto amó Dios al mundo que le dio a Jesús (Jn 3,16). Hoy, ama tanto al mundo que nos da al mundo, a ti y a mí, para que seamos su amor, su compasión, su presencia a través de una vida de oración, de sacrificio, de abandono. La respuesta que Dios espera de ti es que llegues a ser contemplativo, que seas contemplativo.

Cojámosle la palabra a Jesús y seamos contemplativos en el corazón del mundo, porque, si tenemos fe, estamos perpetuamente en su presencia. El alma, través de la contemplación, saca directamente del corazón de Dios las gracias que la vida activa tiene el encargo de distribuir. Nuestras existencias deben estar unidas a Cristo que nos habita. Si no vivimos en la presencia de Dios, no podemos perseverar.

¿Qué es la contemplación? Vivir la vida de Jesús. Es así como yo la comprendo. Amar a Jesús, vivir su vida en el seno de la nuestra, vivir la nuestra en el seno de la suya... La contemplación no es encerrarse en una cabina oscura, sino dejar que sea Jesús quien viva su Pasión, su amor, su humildad en nosotros, que ore con nosotros, que esté con nosotros, y santifique a través nuestro. Nuestra vida y nuestra contemplación son una misma cosa. No se trata aquí de hacer sino de ser. De hecho se trata del gozo pleno de nuestro espíritu por el Espíritu Santo que insufla en nosotros la plenitud de Dios y nos envía a toda la creación como su personal mensaje de amor (Mc 16,15).

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